Todos los años, en las vacaciones,
me iba por lo menos un mes a Quito. Más de la mitad de mi familia vive ahí, y
lo que era más importante, estaban las primas, que son como hermanas para mí.
Tenía ya 17 años, en una de mis
vacaciones quiteñas, cuando un día decidimos ir al club al final de la tarde, a
bañarnos en la piscina temperada, meternos en el hidromasaje y el baño turco.
Llegar fue todo un safari.
En Guayaquil, mi principal medio
de transporte era el auto de mis padres y el ocasional taxi. A mi forma de ver,
cualquier otra forma de movilización era jugar con el peligro, pero para mis
primas no era así. Para llegar al club, mi prima Deni me hizo coger un bus para
llegar al Trole y luego otro
más, hasta la casa de la prima Alex. Viendo el anochecer acercarse
peligrosamente, les rogué que cojamos taxi. Para variar, no me hicieron caso, y
cogimos otro bus, luego otro Trole. Creo
que tomaban como insulto a sus habilidades “transportísticas” que les sugiriera
otro modo de llegar. Finalmente, llegamos a la parada y empezamos a caminar por
una calle oscura, y mientras nos adentrábamos más, veía menos gente. Aterrada, les
indiqué por enésima vez que cojamos un taxi, pero me hicieron seguir hasta que
se dieron cuenta de que estábamos perdidas. Ese fue el momento en que hice de
tripas corazón para no hacer un primicidio, llamé a un taxi y nos subimos.
Resultó que estábamos a solo dos calles del club.
Ya repuestas del susto, entramos
a los vestidores, nos pusimos nuestros “ternos de baño” y procedimos al
hidromasaje. Después de unos relajantes 15 minutos, fuimos al baño turco.
A mi realmente no me gusta el
baño turco, porque me recuerda las tardes sofocantes de mi ciudad, pero ellas
eran encantadas. Cuando el calor molestaba, tomábamos una ducha tipo teléfono
que chorreaba agua helada. Ellas se la echaban encima, yo solo metía la cara,
para respirar.
Salimos al fin, las tres
acaloradas del sitio y Deni tuvo la grandiosa idea de hacernos “El Baño Polar”.
Como su nombre lo indica, era una ducha de agua fría. Pero no cualquier ducha.
El Baño Polar era una cabina unipersonal con una estrecha puerta de ingreso.
Dentro de ella estaban no menos de 10 duchas que apuntaban a los cuatro puntos
cardinales del cuerpo y solo una temperatura: “FRIO HELADO”. Yo ni loca me iba
a meter en ese lugar, pero mis primas estaban determinadas a lograrlo.
-Entramos una por una, ya? Yo
primero, después la Deni y luego tu. Nos damos una vuelta rápida cada una y
salimos enseguida.
Por el rabillo del ojo noté la
mirada de chispa traviesa y cómplice de las dos, y supe sin lugar a dudas, que
su plan era dejarme encerrada dentro.
Bien – pensé - les diré que lo
haré y luego que ellas se mojen en esa agua helada me reiré de su ingenuidad.
-Ok, lo haré. Dale Alex, entra tu
primero.
Alex se dio cuenta inmediatamente
de que algo no iba bien con su plan, pero metió medio cuerpo por la puertita y
giró la llave de agua.
Las Cataratas del Niágara eran un
riachuelo de aguas termales comparadas con lo que salió de las duchas.
Asustada, Alex dio un paso atrás y cerró la puerta. Las oleadas de agua gélida
podían escucharse golpeando las paredes con furia.
-Y ahora qué hacemos? No podemos
dejar el agua corriendo, tenemos que cerrar la llave!
-Bueno, pero quién la cierra?
-Yo no
-A mí no me miren
-Yo menos!
-Ya está. La que la abrió tiene
que cerrarla!
-No! No me voy a meter ahí de
nuevo!!
-Ok, ya voy yo, dijo Deni
–conciliadora- pero que alguien me abra la puerta.
A Alex no le quedó más remedio
que ser ese alguien, mientras yo daba dos pasos hacia atrás.
Deni se preparó para entrar en
posición de choque, con el cuerpo doblado en dos, la cara a un lado, y el brazo
estirado.
-Bien, a la una, a las dos y a
laaaas TRESSS!
Alex abrió la puerta, y un trombo
de agua helada salió disparado con violencia directamente a la oreja de Deni.
-AAAAAAAAAAAAAUUUUXIIIIILLLLLIIIIIIIIOOOOOOO,
gritó a todo pulmón.
Un segundo antes, éramos las
únicas en el sitio. Ahora estábamos rodeadas por veinte chicos que nos miraban
alarmados.
-Qué pasa?
-Por qué gritan?
-Las están violando o qué?!??
Deni escapó corriendo de la
escena.
Alex solo sonrió como
disculpándose y cerró la llave.
Yo vi a 20 hombres desconocidos
mirándome como si estuviera loca, y salí corriendo detrás de Deni, sin mirar
atrás.
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