Datos personales

Mi foto
Lo que no digo en twitter, lo pongo aquí.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Dos gatos son mejor que uno

A estas alturas ya sabrán que amo a los gatos. Si no lo sabían, bueno pues ADORO a los gatos, son las criaturas más hermosas del planeta, si pudiera tener 50, los tendría.
 
Comprenderán que apenas supe que me iba a casar, empecé a buscar un gatito. No el departamento, no las cosas para la casa, no la tela del vestido, estaba buscando a mi próximo bebé felino. Mis requisitos: que sea una hembra  de pelo largo.
 
Mi esposo,para darme una sorpresa, me llevó a Kitty, una gatita producto del affaire entre una gata siamés y un persa blanco himalaya que andaba de paso por su casa. El resultado fue una siamés remix con pelo con partes blanquinosas, más largo y suave que el de su raza pero que se le cae a montones. Su carita es miti miti un lado full siames, el otro cubierto de manchas, con unos ojos celestes que brillan como gemas. Un conjunto nada desagradable. El problema es que yo quería un gato verdaderamente peludo, y la devolví.
 
Una semana después encontré a Fiona, la gata persa que quería, con más pelo que yo en la cabeza, suavecito, esponjoso, gris mezclado con parches crema, y unos maravillosos ojos ámbar. Era tan chiquita que cabía en mi mano, la amé apenas la sostuve.
 
Unas semanas después la llevamos al departamento, y nos dimos cuenta pronto que "Su Majestad" no hacía sus necesidades en su sitio, si la caja de arena no estaba 100% limpia. También que la pequeña no sabía hacer sus necesidades sin mancharse la enorme cola, pero aprendió rápido después de una semana de baños diarios.
 
Pasaron 2 meses y todo era risas y felicidad hasta que me enteré que Kitty no encontraba hogar. Sabiendo que ya estaba bastante grandecita para conseguir familia, decidimos traerla a casa.
 
El encuentro entre las dos gatas fue como el choque entre dos mundos. Mi esposo con Fiona en brazos, yo con Kitty, nos fuimos acercando para que se conozcan. Desde que se vieron empezaron los bufidos y los gruñidos de Fiona, Kitty estaba alerta pero perfil bajo. Al final no quisieron verse a la cara y decidimos que necesitaban tiempo. 

Ver a dos gatas que no se conocen es como ver a dos vecinas peleadas coincidir en la calle. Pasan de lado sin mirarse, yo en mi esquina, tu en la tuya. Se dicen con los ojos "No me mires que te saco los ojos, perra!" (Perra es insulto entre gatas también) y pasan cada cual en su territorio.
Al cabo de una semana las chicas seguían cada cual por su lado, odiándose e ignorándose, hasta que nos mudamos de departamento.
 
Ese día perdimos a Fiona dos veces. Esa gata tenía la habilidad de entrar en los espacios más pequeños. La primera vez que se perdió la encontramos dentro de la alfombra enrollada. La segunda vez que se perdió, después de una hora de búsqueda, la encontramos detrás de la lavadora ya en el nuevo hogar. 

Kitty, en cambio, se pasó recorriendo de arriba a abajo todo el nuevo lugar, disfrutando del nuevo espacio, olfateando las esquinas, mirando su nuevo entorno.

Cuando Fiona salió era tarde. Kitty había reclamado el reinado del nuevo departamento. Fiona salió con su cabecita gacha y alzó los ojos hacia la ex intrusa. Kitty se acercó a ella y la miró desde arriba. Yo miraba todo dispuesta a lanzarles agua fría si se peleaban. Contuve la respiración cuando Kitty hizo lo impensable: le empezó a lamer la cabeza y a ronronear. 

Fiona cerró los ojitos de puro gusto. 


Y desde entonces fueron mejores amigas.
 

4 comentarios:

Talia Calderon dijo...

Que linda historia Moniquita, comparto el gusto por los gatos, saludos a Kitty y Fiona :)

Irina dijo...

Oh chiquititas lindas!!! :*

@monicornejo dijo...

Gracias Talita! pilas que esta fue la introducción para el próximo post =^^=

@monicornejo dijo...

Meooww! =^^=

Publicar un comentario