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jueves, 24 de mayo de 2012

Gatas malcriadas

Oh, cuánta dicha me dieron mis gatas! Me encantaba cogerlas a las dos juntas como bebés en mis brazos, tener una encima y otra a mi lado ronroneando en estéreo. Verlas acicalarse mutuamente, dormir hechas bolita, tener siempre un gato a la mano. El paraíso.
 
Pero no todo era perfecto. Mis bebés eran bastante tranquilas pero tenían un defecto: les encantaba subirse a los muebles. Probé de todo. Les quité los cojines, se acostaron en la madera. Les puse cobertor, lo sacaron de un lado y se acostaron sobre la tela del mueble. Hice una torre de cajas de espumafon para impedir el paso hacia la sala, se lo escalaron, lo aruñaron, pasaron y tuve que limpiar los pedazos de espumafón que quedaron en toda la casa. En fin, no habia remedio.

Recordé que habia leído en un manual de entrenamiento gatuno que la mejor solución era colocar papel aluminio donde no quería que se subieran, porque "odian el sonido que hace cuando lo pisan". Compré un rollo de papel aluminio y, mientras dormían, corté pedazos y los puse sobre los cojines. Me fui a dormir. Al despertar vi con gusto que no se habían subido y me reí. Me fui a trabajar. Cuando regresé, las gatas estaban acostadas en las partes que no tenían papel con mirada desafiante. Hecha una furia, las saqué con tres gritos y salieron disparadas de ahí. Esta vez me pasé una hora cubriendo cada centimetro de los cojines en papel aluminio. Cansada, me fui a dormir.

A la mañana siguiente noté un crujir metálico en la puerta, abrí y vi varios pedacitos de papel aluminio que se movían en el piso con el viento. Horrorizada corrí a la sala y mis ojos vieron todo el piso cubierto de jirones de aluminio, los muebles llenos de papel destrozado, una lámina tenía la huella de las garras de gato impresas, toda una escena de desastre. Las gatas me miraban con cara de desafío, cada cual acostada en su mueble favorito, sosteniéndome la mirada. Las encerré de castigo en la lavandería y me dediqué a limpiar el desorden rápidamente.

Mi esposo se levantó y se empezó a reír de mi "solución" al problema con los muebles, mientras yo volaba a vestirme para no llegar tarde al trabajo.
 
Lo último que me puse fueron los zapatos, que había dejado fuera de mi habitación la noche anterior. Apenas metí el pie sentí algo raro y frío. Lo saqué deprisa y miré dentro. Había un pedazo de papel aluminio.
 
Mi esposo mira el papel, mira mi zapato, me mira a mí y me dice:

-Esas fueron las gatas diciéndole "Te gusta pisar papel aluminio? A nosotras tampoco!!"

... 

2 comentarios:

Irina dijo...

jajajajaja genial! Tus las gatas y los comentarios de Pancho pueden hacer una serie como "How I met your mother" jajajajaja lo máximo.

@monicornejo dijo...

jajajaja lo que pueden hacer es que me de una embolia o algo parecido.

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