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miércoles, 18 de enero de 2012

La gata, el ratón y el ropero

Sucede con soy una persona bastante torpe para andar (tres esguinces de tobillo, un esguince de muñeca y una caída de tres metros en mi infancia). Me encontraba convaleciente de mi segundo esguince de tobillo, con muletas y un inmovilizador de tobillo, sentadita en mi cama a las once de la noche, cuando un sonido proveniente de mi closet me llamó la atención. Cojeé hasta el armario, lo abrí e instantáneamente el sonidito de raspado se desvaneció. 
 
Intrigada, sacudí por aquí, por allá pero nada salió. Cerré el armario, me di media vuelta y el sonido reapareció. Ya asustada, abrí con violencia la puerta y con una muleta golpeé mis zapatos, las carteras, la mochila, los cajones y nada. Hasta que vi una caja que estaba vacía, y me dije, ¡Ajá!. Con sigilo la cogí, mire en su interior y solo vi papeles. Recordé que era la caja en que venía un juego de colgadores de toalla para baño, era fina y larga, los papeles eran las instrucciones de ensamblaje.
 
La dejé donde estaba y cerré la puerta.
 
Di cinco brincos y llegué nuevamente a la cama. El sonido ahora llegó a mis oídos con más fuerza. 
 
PÁNICO. 
 
TERROR.
 
Decidí que en lugar de gritar, cojearía hasta la habitación de mis padres. Con seguridad mi padre acabaría con lo que sea que estaba vivo en mi armario. Me armé de valor, agarré las muletas y fui a despertar a papá. 
 
-Papi..
-egghh..
-PAPI!
-arguaugg que pasga?
-creo que hay algo en mi closet.
-mrsmfgg ok vamo’a ver que es  grrgasaddfg
 
Optimista, cojeé delante de él, llegamos y me senté en la cama. Mi papá abrió el closet, escuchó el ruido, dijo ya vengo. Pensé que fue a traer la escoba, tal vez el martillo o la piedra de moler. No importaba, él estaba a cargo ahora. De pronto abrió la puerta 20 centímetros, arrojó a la gata por el boquete y dijo hasta mañana! cerrando de un golpe.
 
El horror se apoderó de mí al punto de quitarme el habla. Solo atiné a mirar a la gata. Ella me vio a mí, y yo a ella. Sus ojos con una pregunta, los míos llenos de miedo. Y  en ese momento el ruido volvió.
 
Rauda como el rayo, la gata giró y se acercó al closet (que el creador de mis días había dejado bien abierta). Olfateó por aquí, por allá y de pronto sus ojos enfocaron su objetivo: la caja. El ruido volvió, la gata se lanzó como una flecha al cartón, tumbándolo al piso. Yo me agarré a la almohada y cogí una muleta para defenderme de lo que sea que saliera. La gata se asomó a la caja, pero la apertura era demasiado estrecha. Valiente e ingeniosa, decidió meterse a la fuerza, primero la cabeza , después arrastrándose por el cuarto llevando la caja de sombrero hasta llegar a la pared. En ese momento pudo empezar a meter el cuerpo a través del cartón hasta que solo le vi la cola que meneaba con fiereza. No se oía nada.

De repente la cola se quedó quieta en medio del aire y escuché un grito horroroso y agudo mezclado con el maullido salvaje de la gata mientras ella daba retro a toda velocidad y el ratón se le subía por la cabeza, pegaba un brinco en el aire y corría por su vida. 

Grité con todas mis fuerzas mientras veía al ratón ser perseguido en mi habitación, grité más cuando la gata consiguió darle un zarpazo y el roedor dio un alarido de dolor y susto. En ese momento pensé que lo peor sería que tendría que escuchar cuando la gata lo matara. Eso fue antes de verla confundida en la mitad del cuarto y ni rastros del intruso. Llena de angustia traté de guiarla pero no entendía mis indicaciones. 
 
Estuve sentada con la muleta en alto un cuarto de hora mientras la mishu no daba con Mickey, eran más de las doce y estaba muy cansada. Decidí que mejor me dormía y así pasaba rápido el tiempo para que mi padre viniera en la mañana a matarlo, así que llamé a la gata para que se duerma conmigo, pensando que el ratón no se acercaría jamás a ella.

Mis sueños fueron pesadillas esa noche tan larga. Veía una interminable hilera de ratas y ratones muertos en diferentes grados de descomposición, desde recién muertos hasta los que ya estaban en huesos, con moscas alrededor. De pronto sentí un toque húmedo en mi brazo y desperté instantáneamente. Era la mishu, despertándome de la manera cariñosa que solo pocas veces usaba conmigo, tocándome despacito con su nariz (normalmente me levantaba mordiéndome el dedo gordo del pie o subiéndose encima de mí  maullando en mi cara). Me miró amorosamente, arrimada a la cama paradita en sus dos patas. Luego que vio que estaba despierta, bajó la cabecita para subirla luego con el ratón muerto en su boca. Lo depositó delicadamente al lado de mi brazo y me miró, orgullosa.
 
El grito pudo oírse en toda la cuadra. Salté como persona sana hacia atrás, hasta el otro extremo de la cama. La gata solo me miró, tomó al ratón con gracia felina y se lo llevó nuevamente. Respiré. Al menos esta muerto.
 
Dormí unas horas más hasta que amaneció. Esperé y esperé hasta escuchar las toses y carrasperas de mi padre cuando despierta. En ese momento grité con todas mis fuerzas: PAPAAAAAAA!
 
Y ahí llegó él, doblado en dos de la risa, a ver qué había pasado. Le conté todo y le dije que buscara al ratón para botarlo. 
 
En eso llega mi madre, quien le tiene pánico a los roedores:
 
-¿Qué pasa mija, por qué gritas?
-Es que había un ratón y la gata lo mató..
-LA GATA CAZÓ UN RATÓN?!? 
 
Un segundo antes mi madre me estaba hablando desde la puerta del cuarto, en el otro ya había corrido por el pasillo y cerrado de un portazo la puerta de su habitación. Finalmente se oyó el clic del seguro de la puerta.
 
Mi papá solo reía y me decía que no encontraba el ratón, que seguramente la gata se lo había comido.
 
Yo defendía a mi mishu, diciendo que ella jamás se comería un ratón, que solo lo mató para defenderme, lo que EL no había hecho, dejándome abandonada a mi suerte. Probablemente la gata, al darse cuenta de que me asustó tanto, lo había escondido para que no lo viera.
 
En medio del drama y las risas llegó mi hermanita, en ese entonces de 10 años, a ver el show. 

También mi madre salió de la habitación, cuando estuvo segura de que no estaba vivo el ratón, se acercó a asomar la nariz por la puerta entreabierta.
 
-Huele a rata muerta..
 
-Mami si recién lo mató en la madrugada, no apesta.
 
En ese momento mi hermanita movió la lámpara de pedestal y gritó:
 
-AHÍ ESTA!
 
-AAAAAAAH!!!!!(mi mami gritó mientras corría por el pasillo y se volvía encerrar con llave en el cuarto)
 
-AAAAAAAH!!!!! (grité yo, aferrando con fuerza mi almohada)
 
-JAJAJAJAJAJAJAJAJA (se dobló de la risa de nuevo mi padre, para luego meter en una funda al ratón para llevárselo, por fin!)
 
…….
 
Mi madre se recuperó del susto eventualmente, no tocó a la gata en una semana.
 
Mi padre se ganó mi reproche eterno, planeaba hacerle la ley del hielo por lo que hizo, pero fue tan chistoso que no pude.
 
Mi gata desapareció una noche de abril del 2007, la extrañaré por siempre. 

 
Le dedico este post a mi heroína con bigotes, mi Pussycat.

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